ABSTRACT
En el suplemento Ideas, del domingo 28 de junio del diario El País, se publicaba un amplio reportaje firmado por Pablo de Llano y fotografías de Samuel Sánchez, bajo el titulo Así perdimos a la generación que cambió España. Retrato de una generación devastada por el virus, donde se recogían diez numeradas historias de personas, que habían fallecido recientemente víctimas de la pandemia y a las que se les recordaba con respeto, nostalgia y mucho cariño por familiares directos.
La número 5, con el interrogante… ¿Quién era Fraga? , correspondía al abogado Eduardo Cierco Sánchez, de quién se decía a modo de presentación, nacido en Valencia (1931) en el seno de una familia acomodada, especializado en derecho mercantil y al que se le definía como intelectual comprometido con el dialogo político para salir del franquismo. La entrevista tenía como base, la conversación con el nieto de Eduardo Cierco, de diez y ocho años Fabián Cierco, quién lo acompañó y asistió en los últimos tiempos y reconoció al entrevistador, que el ejemplo del abuelo y su trayectoria vital, le había llevado a tomar la decisión de matricularse en la Facultad de Ciencias Políticas.
Se quejaba el joven Fabián, de la falta actual de capacidad del dialogo y decía, que hoy es todo blanco o negro, no había consenso y que su generación no estaba aprendiendo lo que sí tuvieron la de su abuelo, el hablar horas cara a cara, somos la generación de los dos segundos de atención y de la opinión unilateral.
Al comentar el padre de Fabián, presente en la entrevista, que el abuelo siempre decía , que Fraga la metió en la cárcel de Carabanchel y a la semana fue el propio Fraga quién lo sacó a petición de Joaquín Ruiz Jiménez, ex ministro de Educación franquista y más tarde fundador de Cuadernos para el Dialogo.
A la pregunta del periodista ¿…Sabes quién era Fraga? Y Fabián contesta… Uf, Dejaría la pregunta en blanco. Es que justo la Transición la íbamos a dar en el tercer trimestre y pasó lo del virus…
Me impresionó más leer los términos de esta entrevista de Fabián, con la sinceridad y frescura que sólo la juventud sensata puede proporcionar, que la triste noticia del fallecimiento de Eduardo Cierco, del que ya tenía noticias de su avanzado párkinson, aunque ignoraba que hubiese sido “el bicho” el que había acelerado o provocado su muerte.
Con Eduardo Cierco me unía una antigua amistad profesional, que además tenía una particularidad especial, los dos fuimos en su día “enjuiciados, condenados y encarcelados” por nuestra actividad en defensa de clientes procesados ante el TOP, de lo que quedó debida constancia, en el apartado Los abogados defensores procesados por sus actuaciones profesionales ante el TOP de mi tesis doctoral y posterior publicación sobre dicha Jurisdicción Especial, cuya nueva edición actualizada –que hubo de ser suspendida por la pandemia , entre otras razones que algún día se habrán de aclarar , que espero y deseo se encuentre en el mercado antes de finalizar el presente año.
También dicho tema ha sido últimamente estudiado por el magistrado de la Audiencia Nacional Ramón Saez, en artículo publicado en la revista Jueces para la Democracia, también en este blog y en la revista digital semanal Crónica Popular.
Quedó pendiente de realizarse un posible encuentro doblemente aplazado, junto a nuestro común amigo Oscar Alzaga y con Eduardo Cierco , quién me comunicó por carta su deseo de escribir un artículo para el blog sobre esa experiencia profesional que le llevó a la cárcel e incluso me decía , que me aportaría el texto de la sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, estimando el Recurso de Casación revocando la dictada en su dia por el TOP y que le condenó a un año de prisión y que yo desconocía.
Por ello, he pensado, que mi particular homenaje de despedida, sea esta carta abierta a su nieto Fabián, a quién no conozco personalmente, pero me agradaría que facilitara un posterior intercambio, lo que significaría para mí tener la posibilidad aproximarme y de conocer cuáles son las inquietudes de esta generación y sus mas que problemáticas perspectivas para la salida de esta caótica situación post pandemia.
Estimado Fabián:
Por el reportaje aparecido en el suplemento del diario El País, del domingo 28 de junio, me enteré del fallecimiento de tu abuelo Eduardo, con quién tuviste la enorme suerte de acompañarle y ayudarle en el penúltimo tramo de su vida. Quiero darte a ti, a tus padres- no sé si vive tu abuela, también a ella perteneciente a la entrañable saga de los Jiménez de Parga- al resto de familiares y amistades, mi más sentido pésame, acompañándoos en este duelo tardío.
No cometeré la osadía de destacar las muchas cualidades personales, profesionales y políticas, que reunía tu abuelo Eduardo, pues precisamente fueron ellas- las causas más que justificadas –que han motivado tu firme decisión y voluntad de cursar los estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Políticas.
No te preocupes por no saber quién era ese tal Fraga, de nombre Manuel y de segundo apellido Iribarne, desgraciadamente muchos millones de españoles lo padecimos-otros tantos estuvieron encantados con él y su trayectoria política- no sólo en la transicción, durante la que fue Presidente de la Xunta de Galicia, en sucesivas legislaturas, sino también en el último tercio de la dictadura franquista (1962-1975), en la que fue Ministro de Información y Turismo y embajador de España en Londres y nuevamente Ministro en la transicción.
Como se decía en el reportaje que ayudabas a tu abuelo proporcionándole informaciones obtenidas a través de internet, sabrás que pinchando en el buscador de Google con su nombre y apellidos , salen diversas referencias en las que se cuentan y relatan algunas experiencias y actividades que realizó tu abuelo a lo largo de su larga y dilatada vida profesional, no te pierdas la anécdota que se cuenta en un artículo publicado en el blog justiciaydictadura.com, dedicado a otro abogado ya también fallecido Enrique Ximenez de Sandoval , con ocasión de un Consejo de Guerra- uno de los cientos de miles que hubo- que se celebró en diciembre de 1970 en Burgos y al que asistimos un grupo de abogados de la Plataforma Democrática del Colegio de Abogados de Madrid, entre los que se encontraba tu abuelo y que tuvo una más que genial intervención, ante el Presidente Coronel Ordovás, afamado jinete, al preguntarle por la salud de una de sus yeguas, que al parecer se encontraba enferma, cambió de actitud y semblante y nos facilitó, que pudiésemos asistir durante los días que duró el Consejo de guerra, en un banco que ordenó colocar tras el que ocupaban los abogados defensores de los que se sentaban en el banquillo.
Preciosa y muy ilustrativa la semblanza que hizo Beatriz Jiménez de Parga unos días después del fallecimiento de tu abuelo publicada el La Vanguardia del 18 de abril con el titulo Vuela Alto, Eduardo, en la que se resaltaba, entre otros extremos su contribución a las revistas El Ciervo y Cuadernos para el Dialogo.
Quisiera aprovechar la ocasión de esta carta abierta, para publicitar las razones que llevaron a tu abuelo Eduardo a dirigirse también mediante carta certificada al Excmo. y Reverendísimo Arzobispo de Madrid- Alcalá Sr. Casimiro Morcillo 22 de mayo del año 1965, donde se relataban, según se decía en la Sentencia condenatoria del Tribunal de Orden Público Nº 89, de diez de diciembre de mil novecientos sesenta y cinco, dictada en el sumario Nº 157/1965 del Juzgado de Orden Publico, la que podrá leerse pinchando simplemente en el anterior enlace… presuntos malos tratos de palabra y obra dados por miembros de la Policía a unos patrocinados suyos , con ocasión de su permanencia, como detenidos en la Dirección General de Seguridad , en ella testimoniada íntegramente a los folios 54-54 vuelto, 55 y 55 vuelto del sumario, …
Torticeramente, el Magistrado Ponente de la sentencia José Francisco Matéu Cánoves- quién luego fue nombrado como tercer y último Presidente del TOP (septiembre de 1972 hasta enero de 1977), no transcribió el texto completo de la carta remitida al Arzobispo, sino sólo tres párrafos finales arteramente seleccionados.
Hoy si que lo podemos hacer , publicando el texto íntegro y completo de esa carta, ya que en la propia sentencia decía , que se enviaron copias de la misma a la Nunciatura Apostólica en Madrid y a la Secretaria de Estado de su Santidad y además de comentar el contenido con algunas personas el envío de esas “epístolas”, -como se las calificaba en el texto de la Sentencia- , de las que también se hizo llegar el texto exacto al periódico francés “ Le Nouvelle Observateur”, que la reprodujo entera y fielmente, en su número de diez y siete de junio de mil novecientos sesenta y cinco, bajo el titulo “ Una Carta Explosiva” y asimismo vio la luz en el Boletín de la U.G.T. (Unión General de Trabajadores), de agosto de dicho año , con el lema “Una prueba más” y en “España Libre” de 2 de julio intitulándola “ Tortura y Escarnio”, periódico de de significación anarquista, publicaciones ambas editadas fuera del territorio nacional.
Gracias al equipo de investigadores de la Fundación Pablo Iglesias, se pudo localizar, el texto completo de esa penalizada misiva remitida por Eduardo Cierco al Arzobispo de Madrid el 22 de mayo de 1965 y publicada el jueves 24 de junio de 1965, en la primera página del semanario Le Socialiste, órgano de Partido Socialista Obrero Español en el exilio, bajo el titulo “ Una Carta explosiva”, que a continuación transcribimos, reiterando una vez más el agradecimiento a la labor profesional de los documentalistas y archiveros de dicha Fundación.
Las sevicias, torturas, malos de tratos de obra y de palabra con los que policía política del régimen –brigada político social- hubieron de sufrir los que entonces eran estudiantes universitarios de filosofía y militantes del llamado FELIPE ( Frente de Liberación Popular) Andrés Martínez Lorca y Francisco Pereña García, fueron la causa que justificó la carta de tu abuelo.
Afortunadamente hoy ambos son “sobrevivientes”, con una recargada mochila personal y profesional, que también puedes consultar en la red, el primero, catedrático emérito de la Universidad Nacional Educación a Distancia, en la disciplina de Filosofía Medieval, autor de numerosas publicaciones relacionadas con sus estudios e investigaciones de filosofía griega y medieval, en los últimos años ha profundizado sobre la vida y obra del principal filosofo cordobés Averroes, en el perfil de su web no hay referencia alguna a esa desgraciada experiencia de su época universitaria,- o al menos yo no la he encontrado- de su paso por la Dirección General de Seguridad-hoy sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid- en la que no existe ni una mínima placa referente a los miles de ciudadanos que hubieron de sufrir y padecer en esas, más que siniestras instalaciones.
Me hubiera gustado contar con su participación, pero lamentablemente, ya estaba fuera de Madrid por vacaciones.
Respecto a Francisco Pereña García (Málaga 1940), al otro “inculpado” al que se refería tu abuelo en la carta al Arzobispo- sabes que una de las acepciones del DRALE los define como aquellos que no tienen culpa, es hoy un reconocido y prestigiado psicoanalista, autor también de múltiples publicaciones, que también puedes consultar en la red y seguro que te gustaran por la variedad de temas de los que trata, pero hoy, sólo quisiera centrarme, en una de ellas, con el titulo Incongruencias. Una reflexión autobiográfica, publicada en el 2011, en la editorial Síntesis, porque en ella, encontrarás algunas de las claves y razones, que justifican el porqué tu abuelo Eduardo tomó la más que valiente decisión-para los tiempos que corrían,- aún faltaban más de diez años para que el dictador Franco muriese- de denunciar estos comportamientos policiales y la cubertura legal a los mismos por parte de los “servidores judiciales del régimen”.
Un antiguo compañero suyo de militancia en el Felipe, José Luis Azcárraga le dedicó una amplia reseña a dicho libro, en el diario Publico, cuando se editaba en papel, el domingo 19 de febrero del 2012, Memoria para recuperar el futuro, así la calificaba, como un ejercicio y un imperativo de memoria, que ya el pensador Adorno planteaba hace cincuenta años y que seguía siendo tan indispensable. La Memoria- seguía diciendo Azcárraga-no es un mero recuerdo, sino actualización del pasado, no algo pasivo sino el acto de traer el pasado al presente. Pereña nos trae al presente un pasado, cuyo valor sintomático trata de borrarse y emborronarse, de ahí la importancia para que las nuevas generaciones conozcáis esos hechos, como fueron la tortura y los malos tratos a los detenidos, que no suelen recogerse en los textos académicos y planes de estudio.
Quizás vayas comprendiendo las razones, por las que te dirijo esta carta abierta, en su libro Incongruencias. Una reflexión autobiográfica, Paco Pereña, como le llamamos los amigos, una de las mentes más lúcidas de la intelectualidad española actual, describe su llegada a Madrid a mediados de los sesenta del pasado siglo, después de su paso por el seminario y de licenciarse en Teología en Salamanca y la reanudación de sus estudios de Filosofía… “En la Facultad conecté enseguida con la resistencia política al Regimen. Me entregué a la actividad política como un sediento se arroja sobre las aguas de un oasis. Dos amigos asturianos José Luis Zárraga y Nacho Quintana, me metieron en el FLP, no éramos muchos, pero era un grupo político peculiar: no era heredero de la guerra civil, proveníamos mayoritariamente de familias franquistas y practicábamos un anti dogmatismo, que compensaba un cierto recelo temeroso contra los comunistas, con un radicalismo revolucionario ingenuo que se adscribía a la Revolución Cubana y al FLN argelino….
Me incorporé activamente a aquellas asambleas estudiantiles que culminaron con la expulsión de Tierno Galvan, García Calvo y Aranguren y yo fui detenido como miembro de una organización clandestina.de pronto todo se oscureció y descubrí un nuevo terror…me refiero a la tortura.
Continuo con el relato y con la memoria de lo ocurrido, transcribo literalmente lo que Pereña escribió: La noche del 6 de abril de 1965 fui detenido junto a un compañero, André Martínez Lorca. Tirábamos unas octavillas por el barrio de Cuatro Caminos. Después de haber sido delatados por el sereno del barrio, un policía alto y grueso nos metió en un coche policial y entonces se inicio la caída hacia el horror. Aún ahora mismo surge de nuevo la angustia. Nada más entrar en la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, comenzaron los insultos y el maltrato. Me encerraron en una celda en los sótanos de la Puerta del Sol (nombre que ha quedado marcado con hierro como el espacio de lo terrible), me quitaron las gafas, los cordones, el cinto y el reloj, y así, desorientado, al rato soy llevado a una sala donde hay tres o cuatro policías que vociferan, se burlan y me humillan. Estoy perplejo y confuso, quieren nombres y me amenazan. Yo balbuceo algunas palabras intentando trasmitir mi ingenuidad y mi actitud bondadosa por la justicia, hasta que en un momento determinado un tal Yague, que parecía el jefe de la cuadrilla, me golpea con el canto de la mano en la cabeza, en el cuello, en los costados. Aterrorizado me encojo y al rato me vuelven a la celda. Pero en seguida vuelven a subirme y allí el tal Yague está dispuesto a la tarea, me desnudan, me golpean, me humillan con actos y gestos obscenos y me clavan unos palillos en las uñas que me producen un dolor terrible, me hacen gatear, por el suelo, mientras hacen gestos de sodomizarme con un palo y una pluma. Aquello parecía interminable y se repetía una y otra vez, me parecía que ya por mero placer sádico, sobre todo de aquel perverso y terrible rostro achinado del comisario Yague, verdadero y genuino Lustmüder. Creo que como defensa o llamada de auxilio, yo chillaba con todas mis fuerzas, cosa que les desesperaba mucho. Me amenazaban con tirarme por la ventana como a Grimau y yo no paraba de chillar de desesperación hasta que uno de ellos me rompió una silla en la cabeza y perdí el conocimiento, pues me desperté en mi celda donde me acompañaba un policía nacional, un “gris” con cara de campesino, que me pedía, casi me rogaba, que les dijera todo que querían saber, porque si no me iban a matar. Y en efecto, me volvieron a subir a la sala de tortura. Estoy indefenso, me caigo al suelo, me acorruco sobre el vientre, lloro, grito con tal desesperación que consigo, creo desconcertarlos y me devuelven a la celda, hasta dentro de un rato. Estoy maltrecho, no me veo la cara, pero toda ella es un hematoma, según me dice el policía nacional que me custodia.
Siguen varia páginas muy interesantes, en las que Paco Pereña profundiza, como profesional del psicoanálisis sobre la tortura, tratando de “teorizar” y ponerse en la piel del “torturador”, una particularidad del texto de Incongruencias, que destacaba una colega suya Ana Martínez Rodriguez, en la reseña aparecida en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría- (Vol. 32, nº 114, 2012)- “ que cada sujeto es singular e insustituible, que la subjetividad se construye en un lugar y en una época y que los pensamientos de cualquier sujeto tienen su origen en su biografía, elige la suya propia como territorio vivo donde ir ligando sus reflexiones a “la condición sintomática” del país y del tiempo y del tiempo que le ha correspondido vivir.
Retomo el relato de los últimos momentos de Pereña en la DGS… ¿Seria verdad , que a las setenta y dos horas sería llevado ante un juez que me protegiera de estos salvajes. En esos momentos no había ley alguna a la que aferrarse. Por eso, cuando de pronto hay un silencio en la celda y durante horas me quedo allí acurrucado, sin que me lleven arriba, el temor me acecha, pero la nueva llamada es para firmar la declaración que ni leí ante un nuevo policía, un tal Magdalena o Magdaleno, de tono suave y rostro clerical. Es el final.
Francisco Pereña García compareció a continuación ante el Juez Instructor del Juzgado de Orden Público, quién dictó Auto de Procesamiento por propaganda ilegal, ordenando el ingreso en la prisión de Carabanchel de los detenidos y ya procesados.
Ante el Juez me asalta un entusiasmo que termina poniéndome en ridículo. Sonrío ante este Juez, un hombre bien peinado y bien vestido que me parece bastante joven, que fuma un pitillo y me devuelve una mirada despectiva. Cuando quiero hablarle de la tortura y del hematoma que tengo en la cara, hace un gesto al secretario con la mano que sostenía el pitillo, mientras le dice sin mirarme: “no consigne nada de eso”, así sin más. De nuevo el desarraigo, el desfallecimiento. Ya lo sabía, pero necesitaba confiar, aunque supiera que vivía en este país, y que el franquismo no era una perversión de la sensibilidad, sino una destrucción de la sensibilidad. Aquel Juez ni se inmutó, ni tampoco el secretario, ni el oficial. El hecho de la tortura queda a mi cargo, como un hecho anónimo y molesto que a nadie le interesa. Nadie ha querido ni se ha atrevido a decir que el juez franquista era el símbolo mayor de la indefensión y por consiguiente del terror.
Hoy ya se sabe quién era ese magistrado juez instructor, titular del Juzgado de Orden Publico, por la fecha de la detención y procesamiento-abril de 1965-justo dos años y unos días después del fusilamiento de Julian Grimau, no podía ser otro, ya que constan las fechas de los Decretos firmados por Franco y los dos Ministros de Justicia, de su toma de posesión y cese en el Juzgado de Orden Publico del magistrado José Garralda Valcarcel, quién luego llegó ser magistrado del Tribunal Supremo durante el periodo de 1984-1989 y preparador de jueces cantores de temas para la oposición a judicatura o de fiscales, lucrativo negocio “todo negro”, con ingresos sin pasar por la fiscalización de Hacienda, sobresueldo de estos funcionarios judiciales y colaboradores activos de un sistema judicial arcaico.
Antes de ser nombrado como el Primer Juez Instructor de Orden Publico, fue Juez de la Jurisdicción Especial de vagos y maleantes de las Islas Canarias, de quién se dice en reciente publicación del catedrático de Derecho Penal de Jaén, Guillermo Portilla Contreras (Derecho penal franquista y represión de la homosexualidad como estado peligroso)… que si existiera un ranking de los jueces más reaccionarios y homofobos Garralda Valcarcel probablemente pugnaría con Sabater Tomás por el primer puesto…sin duda uno de los jueces más severos en la represión penal contra la homosexualidad. Sus sanciones y descalificaciones fueron humillantes…
Garralda Valcarcel tuvo un muy digno sucesor – en el peor sentido de la palabra- Jaime Mariscal de Gante, quién en sus años jóvenes antes de ingresar en la carrera judicial hizo méritos, siendo miembro activo de la brigada Político Social de Zaragoza, como descubrí hace ya tiempo cuando saqué a la luz los Boletines Informativos de dicha brigada , material que puede ser consultado en el blog justiciaydictadura.com y que reúne hasta el momento ser el de mayor número de visitas hasta la fecha ( 3.375) .
Más adelante Paco Pereña retoma su trágica experiencia y comparecencia ante el Juez de Orden Publico -José Garralda Valcarcel- , donde realizó durante dos años y medios las funciones de juez instructor de dicha Jurisdicción Especial represiva rememorando… El rostro frio e indiferente, incluso despectivo, de aquel juez era lo que de verdad consagraba la sevicia del sistema que no dejaba resquicio alguno para la confianza. En mi ha quedado la figura del juez como la del peor de los personajes de la escena franquista: el cinismo, la insensibilidad, la prevaricación, la cobardía, la desvergüenza, el despotismo y la impunidad…probablemente, entre los horrores padecidos por tantos en el maldito siglo XX, las torturas franquistas queden como episodios aislados e incluso para muchos ridículo, con lo cual quienes la padecieron han quedado borrados de la historia de ese siglo cruel.
Continua el relato de Pereña, con su ingreso en la Cárcel de Carabanchel, donde inicialmente les destinaron durante quince días del periodo –no con los presos políticos de la sexta- sino a la quinta galería de “peligrosos reincidentes”, con los que compartía el patio. Fue allí donde se enteró… de manera indirecta y tardía, de que Eduardo Cierco un abogado católico que había intentado denunciar las torturas, fue procesado. Y fue así como igualmente me enteré de que Fraga Iribarne había escrito un editorial o comunicado que nunca tuve oportunidad de leer en el periódico Falangista Arriba, en el que no sólo no me desmentía, sino me calumniaba por el uso que yo hacía sobre la falsa denuncia o falso testimonio de mi tortura. Este personaje, al que creo que se me puede permitir de calificar de desvergonzado, no sólo negaba que yo hubiese sido torturado, sino que lo denunciaba por no sé qué consigna o estrategia de destrucción y calumnia mía a la policía, La policía me había torturado con impunidad, impunidad consagrada y sancionada por un juez con aviesa aversión al Derecho, y ahora encima, un canalla me calumniaba en público por haber manifestado a un abogado que fui torturado. El odio a este señor, a Fraga Iribarne, representante genuino de la desfachatez y de la desvergüenza franquista, se instaló en mi de modo permanente como protesta en ese ejercicio, en el que se empeñó Fraga Iribarne, por acallar los gritos que surgieran de algún corazón dolorido a fin de que no llegaran a oídos de nadie. Esa era la tarea de este siniestro personaje hasta hace poco presidente de una Comunidad Autónoma.
Como espero podrás tener la oportunidad de comprobar en el rico archivo profesional de tu abuelo y constatar , por los documentos que encuentres en sus expedientes y carpetas, lo que sin lugar a duda será una rica experiencia práctica inigualable, para tus estudios de Ciencias Políticas, cuál de las dos versiones sobre dichos acontecimientos reúne más condiciones de verosimilitud, la del Juez de Orden Publico, ordenando al Secretario, que no hiciese constar referencia alguna a las torturas y malos tratos, respaldado posteriormente por el tal Fraga Iribarne, en un periódico de la Falange o el relato contenido en la carta de tu abuelo al Arzobispo Morcillo, quién además era Procurador en las Cortes Franquistas- por cierto, seria de mucho interés si el mismo contestó a la carta a él dirigida y en qué términos-y la posterior versión de Francisco Pereña a modo de reflexiones autobiográficas, uno de los dos entonces estudiantes, víctimas de las tropelías de la policía franquista .
Luego muerto en la cama el dictador, la experiencia de la transición, que a cambio de sustituir la arbitrariedad y las brutalidades de la dictadura por las formas democráticas, aseguró la desmovilización social y la despolitización necesarias para la continuación del sistema de denominación, el pragmatismo de los gobiernos de Felipe Gonzalez, el retorno del franquismo y el Gobierno sin complejos de la derecha con Aznar…todo ello es una fría disección de la sociedad española tras el franquismo que realiza Pereña con minuciosidad y racionalidad, que podrían serte de mucha utilidad en tus futuros estudios, siempre y cuando lo contrastes con otras fuente y pareceres.
Para terminar, comparto plenamente los criterios que en su día expuso al analizar la obra de Incongruencias , Una reflexión autobiográfica, la ya citada Ana Martínez , en definitiva Pereña sostiene que tanto en la clínica como en la política y en la vida misma, se trata de preservar la condición de sujeto de cada hombre , su singularidad, su irrenunciable tarea de resistir al poder, de rebeldía, de cultivar su deseo emancipatorio, ese rechazo solitario que en su repetición a veces coincide con la indignación de muchos y permite que la experiencia singular de resistencia se colectivice y lo que en principio es solo contingencia, se convierta en una posibilidad de cambio.
Creo que tu desconcierto- relatado en la entrevista- es un fiel reflejo de las jóvenes generaciones, y ello tiene su origen según Paco Pereña, porque esta sociedad ha perdido o destruido los rituales de acogimiento, ha abandonado de manera cruel y despótica a los jóvenes, los ha dejado a su suerte en el mayor desamparo y la mayoría solo consigue hablar entre ellos de manera inquieta y confusa, intercambiar una disartria común, modo casi mudo de su confusa desesperación…¿Como encontraran la palabra de su propia rebelión?.
La “disartria”, es un término usado en la psiquiatría y que está definida en el DRALE como “dificultad para la articulación de las palabras que se observa en algunas enfermedades nerviosas.”
Espero, deseo y confío, que puedan serte de alguna utilidad esta carta abierta y la libertad que me he tomado, solamente justificada en el cariño y admiración, que he de compartir contigo por tu abuelo.
En Madrid a 15 de julio del 2020 y en tiempos de rebrotes.
Juan José del Águila Torres