Sinopsis - Abstract
Colaboración para Justicia y Dictadura del abogado y catedrático de Derecho Internacional Privado de la UNED Pedro-Pablo Miralles
El próximo año 2019 se cumplirán tres décadas de la llamada caída del muro de la vergüenza en Berlín. Antes se levantaron otros y hoy se siguen levantando sin vergüenza todo tipo de muros para mantener y fortalecer fronteras de todo tipo. Los hay de hormigón, con alambradas de descargas eléctricas y con cuchillas concertina, virtuales, con sistemas electrónicos de control aéreo y terrestre, con proyectores de gases lacrimógenos, con vigilancia de perros, policías y militares armados hasta los dientes y, sobre todo, el sutil muro de la discriminación por el dinero y la explotación que genera la voraz economía de mercado al amparo de la dichosa competitividad y los repugnantes beneficios sin freno. Y claro, para mantener esos principios, también se acude a la guerra siempre que haga falta y donde sea necesario.
Globalización, nacionalismos, sectarismo, racismo, miedo a la libertad, a la democracia, a la solidaridad y la igualdad y miedo a que desaparezca la pobreza y marginación que es de lo que viven los países llamados desarrollados. En suma, violencia pura y dura. Son burda expresión del miedo a perder poder los que lo tienen y las cómodas poblaciones de los países llamados desarrollados que con pasividad miran para otro lado. Lo demás son pretextos y justificaciones. Todo vale a la hora de explicar la desvergüenza de los muros y se centran en dos motivos por igual,sin buscar las raíces del problema para solucionarlo: la necesidad de acabar con la migración ilegal y el terrorismo. ¡Ahí queda eso!
El mundo festejó con fuerza la caída del muro de la vergüenza, pero ¿cuándo podremos festejar todos la caída de los muros de la desvergüenza?: Ceuta y Melilla (España/Marruecos); puerto de Bilbao (España); territorio saharaui (Marruecos); Hungría; Bulgaria; Grecia; Calais (Francia/Reino Unido); Cisjordania, Jerusalén, Gaza, Líbano (Israel); Irak (Kuwait); India/Bangladesh; población Rohingya (Birmania); Corea del norte y del sur; el muro de USA con la frontera mexicana; la lista se hace interminable. Terminarán todos los muros de la desvergüenza, sin excepción, porque no se pueden poner puertas/vallas/muros al campo de la libertad, la democracia, los derechos humanos, la igualdad y la solidaridad.
Comentario de Juan José del Águila
Hoy que además coincide con esta nueva tercera fase del blog con la que pretendemos abrirnos aún más a colaboraciones externas traemos una reciente colaboración de Pedro Pablo Miralles , donde él y otros muchos publican periódicamente en lasdoscastillas.net sobre diversos y variados temas literarios y de actualidad.
Sería vano y pretencioso comentar el anterior texto y fotografía ambos del mismo autor, pero si quisiera hacer algunas consideraciones sobre su periplo vital.
¿Quién es Pedro Pablo Miralles? Es uno de los diez hijos que Jaime Miralles Álvarez, mi maestro en la profesión y en la vida, nos conocemos desde hace muchísimo tiempo y hemos compartido también muchas experiencias.
Fue algunos años abogado laboralista antes de su dedicación a la universidad, donde actualmente imparte clases. El perfil de la UNED que transcribo a continuación es lo suficientemente sobrio y expresivo de la dimensión académica por él desarrollada.
Hace ya unos años, el 3 de noviembre del 2010, tuve la satisfacción de compartir con el profesor Antonio Ortiz-Arce de la Fuente, del periodista Isabelo Herreros y del propio autor, la presentación en el Ateneo de Madrid del libro escrito por Pedro Pablo, << Al Servicio de la Justicia y de la República>> Mariano Gómez (1883-1951) Presidente del Tribunal Supremo) editado por el Instituto Complutense de Estudios Jurídicos.
Personaje interesantísimo ignorado durante la dictadura y olvidado por el silencio impuesto en la Transición. De las muchas contribuciones que se contienen en el libro-muy elaboradas y bien fundamentadas- cabria destacar el capitulo séptimo donde se describen la persecución implacable de los vencedores de la guerra civil con separación de la cátedra y de su función institucional del TS y los múltiples procesamientos que hubo de sufrir por parte de la jurisdicción de guerra y la de responsabilidades políticas.