Conocí a Jesús Redondo Abuin. Conviví con él en la tercera galería y patio del llamado Centro Penitenciario de Segovia -antigua Prisión Provincial- los cinco meses últimos de mi condena. Tras salir el 20 de noviembre de 1969, colaboré en la búsqueda y designación de un abogado, que le defendiese de una denuncia por él interpuesta ante el Juzgado de Guardia de dicha localidad contra un funcionario de aquella prisión – por manifiesto abuso de autoridad- contra otro preso interno, que estaba a punto de salir en libertad, que ya podrán figurarse los lectores quién era.
Más tarde le visité, ya como abogado, el 1 de enero de 1970 en el Penal del Puerto de Santa María – a donde había sido trasladado arbitrariamente, sin previo aviso a él y a su familia, desde la Prisión de Segovia – coincidía que, en esa misma madrugada, aprovechando “la fiesta” organizada por los otros internos, había logrado evadirse un famoso preso llamado Eleuterio Sánchez (a. El Lute).
Recuerdo, que cuando fui a saludar al director, tenía en la mesa de su despacho el expediente carcelario personal del Lute.
Al salir de la prisión, en un Seat 600 que conducía una buena amiga de Algeciras, nos pararon en un control de la guardia civil y nos hicieron bajar a los dos, inspeccionaron el interior del vehículo y el maletero.
Conseguí a través de la organización clandestina del PCE de aquella localidad, con la que yo había tenido relaciones orgánicas anteriores a mi detención y procesamiento en los años 1967 y 1968, que le prestasen ayuda material a Jesús Redondo Abuin, como así lo hicieron, canalizándola a través de una muy joven y atractiva “madrina”, llamada Marta Marroquí, que lo visitaba semanalmente, comunicaba con él como “novia”, en los periodos en los que no estaba sancionado e incomunicado y ella fue la que esperó hasta finales de 1975 que Jesús terminase su condena de once años, impuesta por un Consejo de Guerra-de la que luego haremos referencia- y pudieron unirse, contrajeron matrimonio y tuvieron un hijo y viven los tres actualmente en Santiago de Compostela. El sigue pagando sus cuotas del PCE y de las CCOO, organizaciones ambas de las que fue “un liberado” con las que mantiene una relación muy crítica.
Por el profesor e historiador gallego José Gómez Alén tuve noticias suyas hace escasamente hace un año y medio, le contacté por teléfono, me confirmó que había escrito sus memorias, en las que se me mencionaba cariñosamente y quedó en enviarme un ejemplar dedicado.
En la solapa primera, se dice después de consignar su nombre y apellidos, fecha y lugar de nacimiento, Niño yuntero, zapatero y minero. Militante del PCE desde 1957, luchador antifascista en la clandestinidad, represaliado político, Abuin forma ya parte de la historia de las luchas de la Clase Trabajadora por la Libertad y contra la dictadura franquista; en el último párrafo de la contra portada: Por fin, Jesús Redondo Abuin decidió romper con la sombra del silencio que lo tenía condenado a un ninguneo humillante, por injusto. Lo hace con 78 años, con la publicación de estas sus memorias.
Comprendo y me solidarizo en casi todo esa descripción y en cierta medida con JRA-salvo en calificar lo del ninguneo como humillante-, ya que precisamente ese calificativo ha sido el motor y aliciente de las memorias sobre su vida y su lucha – tomo su ejemplo, con el deseo y la esperanza- ya que me falta un año para igualar esa odisea en relación sus 78 años cumplidos – que el tétrico “corona virus” me permita una relativa tranquilidad para organizar mis papeles y mis vivencias y que pueda culminar esa tarea.
Una periplo vital con muchos desalientos
Comienzan esas Memorias con el apartado Palabras Previas, afirmando JRA que nació en una cuadra del lugar A Devesa, Parroquia de Asados, Ayuntamiento de Rianxo, Partido de Padrón y Provincia de La Coruña a las cinco de la madrugada del 12 de marzo de 1939, dato que dice conocer por su madre -fuente fiable donde las haya- y destaca, que fueron veinte días antes de que los vencedores de la incivil Guerra declarasen el 1 de abril como día de la victoria, victoria que él dice no haber visto por ninguna parte.
Ya que en la Parroquia de Asados no hubo vencedores, todos eran de los vencidos. No había ni un solo rico, todos pobres, muy pobres, pobres de pedir. En su casa se comía lo que había y cuando no había no se comía…la mayor parte de los días se comía caldo soltero, sin siquiera unto…él comió poco y mal los primeros dieciocho años de su vida…Fue el hambre la que le echó de Galicia.
Describe lo que él llama su periplo del pan, hasta los catorce años fue criado de servir por la comida, desde los 14 a los 18 trabajó de zapatero y a los 18 llegó a Asturias, e intento ingresar en la empresa Ensidesa de Avilés sin lograrlo por lo que trabajó desde marzo de 1957 a 25 de agosto de 1962, en tres minas de Villabona, La Camocha y Lláscaras y a consecuencias de las huelgas de ese último año, en las que destacó como activista de las mismas, hubo de pasar a la clandestinidad y al exilio.
Llegó en diciembre de 1962 a Paris como él dice “analfabeto y clandestino”, hasta que a través de camaradas le encontraron un trabajo en Estrasburgo, requisito indispensable para obtener el estatus de refugiado. Era una empresa de productos químicos-tóxicos- en la que trabajaban 500 españoles hombres y mujeres, con barracones colectivos insalubres y servicios y aseos inmundas letrinas, por lo que decidieron hacer una huelga de ocho días y dos manifestaciones diarias- que ganaron con el apoyo de la CGT y de dos jóvenes españolas de Ávila y Galicia. Con una de ellas se encontró y enfrentó en una de las múltiples luchas internas que el PCE ha padecido después de su legalización- y quizás desde su creación en el año 1921-. Tras esa huelga el jefe del Gobierno francés -Pompidou- le dio 72 horas para que saliese de territorio francés.
Fue la intervención providencial de Horacio Fernández Inguanzo- miembro del comité central y del ejecutivo del PCE la que aconsejó sacar a JRA de Francia y llevarlo vía Berlín y con parada en Praga -donde pudo saludar al militar y dirigente comunista General Modesto- y en avión partió hacia a la escuela de mandos del Partido Comunista en Moscú, donde permaneció durante varios años, inscrito como Romero.
Allí coincidió con Pedro Patiño Toledo, (a. Amanecer) obrero de la construcción en Madrid, marido de Dolores Sancho la primera secretaria del despacho de abogados laboralistas de la calle de la Cruz, a quién hube de darle en septiembre de 1971 la triste noticia de que su marido había muerto de un disparo de un guardia civil, cuando formaba parte de un piquete de la huelga de la construcción que se desarrollaba en Madrid en septiembre de 1971.
Pedro Patiño fue un gran compañero y maestro de JRA ya que poseía grandes dotes pedagógicas y le dedicó muchas horas a enseñarle las primeras nociones de caligrafía, aritmética y gramática, lo que le sirvió de gran ayuda pues cuando llegó allí era analfabeto.
Relata JRA cuáles eran las disciplinas y enseñanzas de esa Academia-Instituto del PCE en Moscú, historia, filosofía, economía, teoría y táctica como pertrechos de liberación social, con un horario muy disciplinado: desayuno a las 8, de 10 a 12 clases, a las 14 comida de 16 a 20 estudio individual a las 20 cena. Tras ella, Pedro Patiño y un ingeniero profesor de español, le dedicaban un tiempo suplementario para enseñarle a leer y escribir, con ejemplos de escritores españoles y rusos.
Las clases las impartían los profesores de cada materia y acto seguido había coloquio basado en preguntas formuladas por él y las respuestas de los alumnos. Una de las funciones que procuraban llevar a cabo los docentes era conseguir que participaran no sólo los alumnos más aventajados, hacían un verdadero esfuerzo para que interviniesen los más remisos, reconoce JRA, que le entraban “sudores” cuando le tocaba hablar en clase, sensación que siempre le acompañó en su actividad pública política y sindical.
Además de las actividades extraescolares- visitas a fábricas, koljoz, hospitales y operaciones quirúrgicas, al teatro, a la ópera y al ballet, solían llevar a destacadas personalidades del mundo político, cultural, para que diesen conferencias como Valentina Tereshkova la primer mujer que viajó al espacio, quién les habló de la vida de los cosmonautas y cómo eran las fases de su preparación, o la de Kruschev en 1963, que les habló de la política de coexistencia pacífica, del enfrentamiento y antagonismo URSS/ China, de la guerra del Vietnam, de la crisis de los misiles Cuba y a una nada diplomática diatriba contra el culto a la personalidad de Stalin, que según resaltaba JRA no gustó a nadie, lo que salió a relucir en el turno de preguntas que le hicieron al final de su disertación- que donde se encontraba él en la era del padrecito- y que contestó bajándose del estrado y preguntando ¿ Quién ha hecho esa pregunta? No hubo respuesta y si un silencio que se cortaba a navaja, silencio que facilitó la respuesta del veterano gladiador “Ahí estábamos nosotros”. Fue el momento más aplaudido de su disertación.
Al final de los cursos se hacía una gira de varios días por una de las quince repúblicas, las visitas eran de estudio, no turísticas, fábricas, cooperativas de pesca, sojovs, museos, escuelas, institutos, también asistían a eventos deportivos. Al terminar se reunían con la dirección con los alumnos y los trabajadores y luego se abría un debate asambleario. Todo resultaba muy democrático.
En Uzbekistán visitaron un sovjos, comunidad agraria que en 1963 tenía una alta renta per cápita, y disfrutaba de una economía saneada, poseía la más moderna maquinaria para las faenas agrícolas, lo que les permitía vivir bien e incluso disponer de un importante superávit, con escuelas propias, instituto, sala de conferencias, salón de cine, bibliotecas…parecían inexistentes las brutales desigualdades que se daban en el mundo occidental.
Pero si, ahora reconoce que la situación no era distinta, aunque aquel día yo no lo hubiera percibido. En apariencia, todo iba viento en popa camino de llegar bien pronto al “hombre nuevo” en la Unión Soviética. Se decían comunistas y vivían como zares: palacios en el Mar Negro para las vacaciones de los del Comité Central, hoteles y hospitales para los del Comité Central, hasta las antiguas mansiones de emires y zares estaban para uso y disfrute de los miembros del Comité Central y de sus familias ¡Como no se iban aburguesar los de arriba si vivían años luz de los de abajo… Porque no sólo el PCUS manchó sus siglas, los partidos hermanos tenían también sus trapos sucios, sus más altos dirigentes no le iban a la zaga a los hombres de negro soviéticos en querer vivir como los ministros y los altos cargos del sistema capitalista y el PCE también tenía y tiene altos dirigentes propensos a cambiar ideología por una buena vida…
Aquí he de poner una tupida venda- censura- ya que los cuatro nombres que cita tuvieron y tienen, que yo sepa en la actualidad una limpia trayectoria política y me cuesta creer lo que de ellos se dice.
Termina afirmando JRA ¡Y bien fiasco nos llevamos! Algunos de los actuales gobernantes de Uzbekistán de han convertido en emires de nuevo tipo…extremo este, que sí parece confirmarse por algunas noticias que nos llegan de esas lejanas y exóticas tierras.
Desde Moscú abandonó la URSS para llegar a la ciudad belga de Lieja, donde estuvo picando carbón durante tres años bajo la protección del Alto Comisionado de la ONU para los refugiados políticos, allí se encontró con otros asturianos que habían participado activamente en las huelgas del 1962.
Las condiciones de esas minas eran mucho peores que las asturianas, las capas estaban muy explotadas y había que bajar a más de mil metros de profundidad para sacar el carbón y con temperaturas de 36 grados. El Gobierno belga terminó cerrándolas, sin importarle el coste social, que ello suponía.
Por lo que JRA se presentó en la Embajada española en Bélgica a solicitar el DNI y el pasaporte, pero le fueron dando evasivas, por lo que decidió coger el tren para España y nada más llegar a la frontera, el célebre comisario Melitón Manzanas y dos policías más, entraron en el vagón y preguntaron ¿Que quién se llamaba Jesús Redondo Abuin?
Le llevaron a la Comisaria en donde después de una fase de preguntas rutinarias recibió malos tratos- hostias y patadas-le llevaron en un furgón a un cuartel de Loyola, donde permaneció hasta finales de noviembre de 1967, en el que un día, le pusieron un billete en la mano para ir de Loyola a Cádiz y un pasaje de Cádiz al Sahara, sin custodia de ningún tipo, libre como un pájaro y ese mismo día cogió el tren para Cádiz y al día siguiente desde la capital gaditana subió en el Virgen de África que era un viejo barco para el aprovisionamiento de las tropas en el Sahara.
Al llegar el barco al Sahara el capitán le dijo que se presentase en Cabrerizas, una especie de barracón, en el que estaban confinados Paco Fernández Buey, Quim Boix y Carlos Subirana, tres comunistas que se habían encerrado junto a más de cien ciudadanos residentes en Cataluña en el Monasterio de Monserrat. Allí no había celdas ni tenían limitada su libertad de movimientos, la única prohibición era tener trato con el resto de la tropa allí destinada. Hacían vida orgánica de partido con reuniones y discusiones políticas, en las que sobresalía la formación marxista de Fernández Buey, aunque ellos solían preguntarle sobre sus experiencias prácticas en las luchas obreras y en las huelgas.
El clima del Sahara agudizó una dolencia crónica de bronquitis contraída en las minas y un Tribunal Médico Militar lo certificó y le pusieron en libertad. Un camarada canario le recomendó que se quedase en la islas para regularizar su situación definitivamente y le dio cartas de presentación para responsables del PCE.
Los sucesos de Sardina del Norte de 15 noviembre de 1968 en Las Palmas de Gran Canaria
El origen de este acontecimiento que marcó un hito en la lucha obrera de la Islas fue el incumplimiento por parte de la empresa SATRA -cuya actividad era la realización de trabajos asfalticos- de abonarles los salarios a sus trabajadores, se convocó una asamblea en la Cala Martorell de Sardina a la que acudieron unas cien personas, entre los que se encontraban los propios obreros de esa empresa, aparceros, familiares y militantes del PC en gran Canarias.
Se presentó la Guardia Civil con el propósito de impedir la reunión y detener a los que ella entendía como cabecillas, lo que impidieron los asistentes, que organizaron una marcha a pie dirigiéndose a la Playa la Sardina, que fue cortada por fuerzas de la Guardia Civil, cuyo comandante Diaz Otero de paisano, ordenó hacer fuego primero con tiros al aire y después con “tiros al suelo” que terminaron hiriendo a Jesús Redondo Abuin y a Lorenzo Felipe Vera.
Se llevaron detenidos a cincuenta de los que fueron procesados veinte y tres en un Consejo de Guerra, instruido por el procedimiento sumarísimo, acusados de Rebelión Militar y Agresión a la Fuerza Pública, siendo condenados diecinueve de ellos, JRA sumó en total once años, tres y ocho respectivamente por cada uno de dichos delitos.
El texto de la sentencia dictada por el Consejo de Guerra en la Causa 168/68 que se reproduce literalmente al final del libro Pags 277 a 290, recoge como solía suceder en este tipo de resoluciones una versión sesgada de los hechos ocurridos, incluidos los tiros al aire y varios disparos de pistolas al suelo, alcanzando a los procesados JRA y LFV.
No deja de ser curioso, que un tribunal formado e integrado por militares profesionales-los cuales no tenían por qué tener formación jurídica, pero si conocer las elementales leyes de la física y del uso de las armas y la trayectoria de su munición- afirmasen en el texto de una sentencia que unos tiros de pistolas dirigidos al suelo acabaron hiriendo en los muslos a dos personas…
Una Dirección General de Prisiones militarizada
Nos vemos obligados a introducir en el relato algunos elementos que ayuden a comprender el porqué del endurecimiento de esa política penitenciaria respecto a los presos políticos.
Ocupaba desde el año 1965 la Dirección General de Prisiones Instituciones Penitenciarias el entonces coronel de infantería Jesús González del Hierro, quién reunía un curriculum profesional como militar, para ser encuadrado entre los más duros y ultras de dicho estamento.
Nacido en Burgos el 25 de diciembre de 1916, ingresó en la Academia en el año 1936 como cadete, incorporándose al ejército de los militares sublevados como alférez provisional, fue ascendido a teniente por méritos de guerra, participó en la Batalla del Ebro y después se alistó como oficial en la División Azul, logrando entre otras la medalla de la Cruz de Hierro, del ejército nazi. Llegó al generalato en la democracia y fue nombrado Capitán General de Canarias, desde donde dicen llamó al Rey Juan Carlos la noche del 23 de febrero de 1981 para ponerse a sus órdenes.
Como es público y notorio en la historia del franquismo, la ocupación por parte de militares de alta graduación de destinos en diferentes puestos de responsabilidad en los Ministerios de la Gobernación- el Orden Público- y de Justicia- Prisiones e Instituciones Penitenciarias- fue una de las características de la dictadura franquista, que de este modo reconocía y premiaba los méritos de guerra, de los de los de su casta y condición.
Conviene recordar que los presos (políticos) que se encontraban a finales del año 1968 en la Cárcel de Soria decidieron ir a una huelga de hambre de una duración de diez días, solidarizándose con los presos políticos-sociales internos en la prisión de Carabanchel, entre otras razones para conseguir el Estatuto del Preso Político, cuya organización previa y ejecución de la misma, se negoció y pactó con el que era entonces Director de Soria, calificándola de “medida para no ingerir alimentos”, lo que no evitó el fulminante traslado del Director y la imposición de sanciones a los internos que la siguieron.
Tuvo la huelga de hambre, una gran repercusión pública nacional y en el extranjero, que sirvió de base, a que una Junta Ordinaria de Colegio de Abogados de Madrid se tomara en consideración una propuesta de varios abogados demócratas, para poner en marcha una Comisión que estudiase la elaboración de un anteproyecto de Ley del Estatuto del Preso Político, que se aprobó y comenzó a trabajar, cuyos materiales sirvieron luego para elaborar un anteproyecto que luego se llevó al Congreso de León-celebrado en junio de 1970.
La huelga de hambre no sentó nada bien a las autoridades penitenciarias, entre ellas al director general de Prisiones Jesús González del Hierro, quién según cuenta y relata Jesús Redondo Abuin, en su biografía Alientos y desalientos de uno de tantos. Andavira Ediciones S.L., Santiago de Compostela, 2018 – a quién volveremos a encontrar más adelante- montó en cólera e hizo saber que él personalmente se iba a encargar de que los comunistas supiésemos de verdad lo que era una cárcel. Con tal aviesa intención, trasladó a las presas de Segovia a la prisión de Alcázar de San Juan y a la mitad de los presos de Soria a la de Segovia para allí apretarnos bien las clavijas. Su propósito era someternos al terror del régimen de posguerra, que consistía en aislarnos en tres galerías y tres patios, incomunicados entre sí, en régimen de “chapados” en las celdas – en el argot carcelario encerrados en las celdas- 23 horas al día y una de patio, prohibiendo la más mínima relación entre nosotros.
Dos hechos que supusieron doscientos días en celdas de castigo para Jesús Redondo Abuin
Relata Redondo Abuin que el traslado en autobús de Soria a Segovia se hizo como en las películas, escoltados por detrás y por delante de motoristas y cuando llegaron a la prisión de Segovia dentro del recinto había una compañía de la policía armada, con las metralletas en posición de ser usadas y una vez atronadora, les ordenó “Todos firmes al fondo y de uno en uno vayan pasando”.
Y les fueron chapando celda si y celda no. Enfrente de la suya chaparon al compañero Mario Diego Chapote. músico asturiano que tenía una úlcera sangrante, motivo por el cual el médico de Soria le había prescrito una dieta que le permitía una calidad de vida muy aceptable.
Una lucha desigual
Prosigue el relato de lo sucedido con Mario Diego Capote- – que no era minero, como indebidamente le califiqué en la anterior entrada-, Jesús Redondo Abuin-… A eso de la medianoche le pareció que arañaba en la puerta e intuí que algo no bueno le pasaba. Batí palmas para que los funcionarios se acercasen, estuve batiéndolas un buen rato sin resultado alguno. Entonces cogí el taburete que tenía para sentarme y golpeé en la puerta cada vez más fuerte hasta que los funcionarios se personaron. Al frente del grupo venia un jovenzuelo, dispuesto a lo que hiciese falta, a quién con muy violentos modos, me gritó “firme, al fondo”, tal y como nos habían recibido a la llegada. Yo ni me puse firme ni me fui al fondo, y desde donde estaba le dije en tono resuelto, pero sin faltarle el respeto, que lo primero era comprobar si le pasaba algo al compañero de enfrente- Diego Mario Capote-, y que luego ya hablaríamos lo que hubiese que hablar del Reglamento. Para que le dije aquello, montó en cólera y, de un salto, se plantó delante de mí dispuesto hacerme retroceder a empujones, pero yo, sin retroceder ni un ápice, le di a él un empellón tal que lo saqué por el aire de mi celda al corredor de la galería. Lo hice a sabiendas de que le servía en bandeja el pretexto para que pudiese sancionarme. Y vaya se me sancionó, aunque nadie lo supo hasta que me notificaron las sanciones en el Puerto un año más tarde.
Otro de los hechos que motivaron otra sanción, ocurrió aproximadamente a primeros de noviembre de 1969 y el relato que hace Jesús Redondo es literalmente como sigue: Me tocaba a mí aquel día atender a la lavadora, estaba lavando la ropa de todos cuando veo que un carcelero le quita con muy malos modos la escoba de la mano al preso Juan José del Aguila Torres y se puso a enseñarle a barrer. Y no es que Juanjo no supiese defenderse, sabía hacerlo y muy bien, pero estaba a punto de cumplir su condena y arriesgarse a perder la redención, retrasaría su salida en libertad, que ya era inminente, por eso yo que ya tenía la redención perdida, debido a las huelgas de hambre de Las Palmas y en Soria, de dos zancadas me puse delante del funcionario, le quité la escoba y se la di a Juanjo y le dije al funcionario que si al terminar de barrer el preso no le gustaba como quedaba, que le mandara barrer otra vez, que tuviera en cuenta que estaba tratando con todo un señor letrado y que en lo que él había incurrido era extralimitarse en sus funciones y abuso de autoridad…
Abuin se marchó a su celda para coger un bolígrafo y un papel para formular denuncia ante el Juzgado de Guardia contra dicho funcionario y la llevó al jefe de Servicios para que la cursara reglamentariamente.
Pasado un tiempo fueron citados –denunciante y denunciado- en el Juzgado de Segovia donde había correspondido la denuncia, yo que me encontraba ya en libertad contacté a través del compañero abogado Gregorio Ortiz con el que era entonces decano del Colegio de Abogados de Segovia, que aceptó y asumió la defensa de Abuin en el juicio de falta, en el que resultó condenado el funcionario.
Aclaración
El anterior texto sobre el libro biográfico Alientos y desalientos de uno de tantos de Jesús Redondo Abuin lo escribí el 5 de abril del 2020- en los inicios de la pandemia mundial de Covid- no llegué a publicarlo en el blog, entre otras razones porque me pareció muy extenso e incompleto, ya que faltaba por describir en el mismo , las múltiples represiones individuales que padeció en el durísimo penal del Puerto de Santa Maria, en el último quinquenio de su condena, que coincidió con el último y sangriento de la dictadura y que hoy pueden leer en su biografía.
La oportunidad del reciente reencuentro en el acto emotivo del pasado 18 de mayo en Segovia-, organizado por el Memorial Democrático – La vida en las cárceles tardo franquistas- En el cincuenta y cinco aniversario de la llegada de los presos políticos a Segovia- con Jesús, Marta y su hijo Xenso, han hecho posible “rescatar” dicho texto e incluir dos fotografías, reproducidas en un artículo: 968 JESUS REDONDO ABUIN; Un preso político en el Penal del Puerto , que se publicó el 29/03/2011, en Gente del Puerto (de Santa Maria).
Madrid a 10 de junio del 2024.
Juan José del Aguila Torres, Exabogado laboralista, Ex Magistrado de lo Social, Doctor en Derecho, Investigador-Aflorador