Nº 127: Ante el fallecimiento de la historiadora María Rosa de Madariaga

Obituario por Antonio Gallifa. 5 de julio de 2022.

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Por Antonio Gallifa

Hola, María Rosa, mi amiga íntima e inolvidable. Eres tan irrepetible que escribir sobre ti es tan difícil como hablar sobre ti. No importa que tu cuerpo haya dejado de existir y que tus cenizas ya estén esparcidas por los parajes íntimos de esa Asturias tan tuya, que tu mente y tu nostalgia no abandonaban jamás. Y es tan difícil porque siempre sobrevivirás.

Igual que ocurre con la historia, sobrevivirán tus obras de historia, referidas siempre a nuestro país vecino, Marruecos, particularmente en su relación con España. Tu modestia me obliga a referirme a ellas como a ti te gustaría: modestamente, sin comentarios que las ensalcen: “Historia de Marruecos”, Los moros que trajo Franco”, “En el barranco del lobo (las guerras de Marruecos)”, “Abd el-Krim el Jatabi, (la lucha por la independencia), “Marruecos, ese gran desconocido (Breve historia del Protectorado español)”, etc.

Tu sencillez y tu humildad, llevados al extremo, te impedían hablar en exceso de ti misma, salvo que fuese absolutamente necesario. Por ello, con tu permiso, lo haré yo en tu lugar.

María Rosa de Madariaga, que fue sobrina del ministro de la II República, Salvador de Madariaga, nació en Madrid en el año 1937. Tras cursar el Bachillerato en el Liceo Francés de Madrid, en 1960 se graduó en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, donde se doctoró. En esa época desplegó múltiples actividades de oposición al régimen franquista, y en su vertiente literaria fue cofundadora de la editorial Ciencia Nueva. A partir de 1966 prosiguió sus estudios en la Universidad de La Sorbona, bajo ja dirección del eminente historiador francés Pierre Vilar, lo que le permitió, en 1980, obtener el Diploma Superior de Lengua y Civilización Árabes, y en 1988 su tesis doctoral, también bajo la dirección de Pierre Vilar, sobre las relaciones entre España y el Rif. En todos esos años simultaneó su trabajo como historiadora con su actividad como funcionaria de la UNESCO.

Una vez regresada a España formó parte, con quien suscribe estas líneas, del Consejo Editorial de CRÓNICA POPULAR, dirigida por el periodista Rodrigo Vázquez de Prada, un diario digital de cultura y de política de izquierdas, cuando la llamada “Izquierda” aún no había dejado de ser de izquierdas

La actividad intelectual y cultural de María Rosa no tenía fin. Su prestigio como historiadora era internacional, y recibía constantes solicitudes de entrevistas para periódicos, revistas y otros medios de comunicación de todo el mundo sobre hechos recientes o pasados que tuvieran relación con Marruecos y España. María Rosa nunca supo negar nada.

Hay un rasgo de María Rosa al que me cuesta un gran dolor referirme, porque sólo recordar los hechos en los que se manifestaba me hace un gran daño. Por encima, muy por encima de todos sus valores, que eran muchos, estaba su bondad. Su bondad hacia todo y hacia todos. Una bondad inagotable, infinita. Anormal, podría decirse. Nunca he conocido una persona tan buena, y eso la hace revivir y la perpetúa en todos los que la hemos conocido.

María Rosa de Madariaga

Adenda del bloguero

La cariñosa y emotiva despedida realizada por Antonio Gallifa, amigo y compañero de María Rosa de Madariaga, en tantas aventuras y sueños de utopía, de varias generaciones de luchadores, resalta en su justa medida, cuál fue su principal dedicación profesional, investigar la HISTORIA de lo que en su día fue el  mal  denominado Protectorado Español del Norte de Marruecos cuando lo cierto y verdad, dicho territorio era una simple colonia, de las últimas del Imperio, a la que hubo de reconocer su plena independencia de la metrópoli en 1956 – quedaron Guinea Ecuatorial, Sidi-Ifni y el Sahara.

Conocí a Maria Rosa en los años de luchas universitarias de mediados de los sesenta, participando activamente en las asambleas y manifestaciones contra el SEU, también en la aventura de poner en marcha la nueva editorial de Ciencia Nueva – yo, como simple vendedor de sus novedosas publicaciones por diferentes facultades y escuelas-.

En su última etapa de colaboradora junto a Rodrigo de Vázquez de Prada y Antonio Gallifa en la revista digital Crónica Popular-tristemente desaparecida – tuvimos ocasión de charlar, para quedar cualquier día e intercambiar noticias y experiencias, sobre mi estancia en la localidad  costera de Rio Martín-a once kilómetros de Tetuán- desde el año 1949 a 1956, época en la que viví allí durante los veranos y navidades, donde mi padre, no sé por qué motivo y razón, nunca se lo pregunté,  nos llevó a toda la familia desde Ronda y abrió sucesivas farmacias primero en Rio Martín y luego en la propia Medina -barrio árabe- de Tetuán, para salir precipitadamente, cerrando ambos despachos e instalarnos toda la familia en Algeciras, unos meses antes de la declaración de la independencia de Marruecos.

Lamentablemente, al igual que ocurrió con Almudena Grandes, esos encuentros no se realizaron, debido fundamentalmente a enclaustramiento seguido durante la epidemia de COVID y porque ambas fallecieron y como consecuencia,  me veo obligado a leer y empaparme de las varias publicaciones de Maria Rosa de Madariaga sobre ese Marruecos del Norte, que conocí y viví durante unos años de mi infancia y primera juventud.

Quizás ella, con su profundo conocimiento histórico de las tormentosas relaciones hispano-marroquíes del siglo XX podría habernos dado una cierta explicación, de cuales habían sido las razones del actual presidente del Gobierno de Coalición -Sánchez – para el cambio radical y aparentemente errático, de las relaciones exteriores con Marruecos, Argelia y Polisario.

Juan José del Águila Torres

 

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