La idea de realizar esta serie de entradas, de mi paso por la APDHE, surgió por la coincidencia en el pasado mes de agosto, de dos circunstancias muy concretas, primera, con la publicación de un artículo de opinión de José Antonio Martín Pallín, con el título de Mi querida España, –tomando una conocida canción de la joven y malograda cantante Cecilia- mensaje con el que me sentí, como tantas veces plenamente identificado. “No podemos dejar que nos arrebaten la cultura de la libertad”, y se podría añadir, “ni la lucha por conseguirla durante cuarenta largos años”.
La segunda fue, la presentación de la película Argentina 1985, en el Festival de Venecia, dirigida por Santiago Mitre y protagonizada por Ricardo Darín en el papel de César Julio Strassera, en el juicio contra las Juntas Militares Argentinas- el juicio a la dictadura que nunca tuvo el franquismo y la importancia de la justicia y la memoria –como se decía en la crítica de Javier Zurro, para elDiario.es (03/09/22), también obtuvo el premio del Público en el reciente festival de San Sebastián y de inminente estreno en las pantallas comerciales españolas.
Antecedentes
En dicho quinquenio -1985-1989- fui elegido democráticamente, para formar parte de la Junta Directiva de la APDHE y colaboré activamente en tres de las múltiples actividades de esta Asociación: las propuestas y elección de los premios anuales -nacional, internacional y periodismo- que se otorgaban a personas, organizaciones y entidades, que habían desarrollado, en nuestro país o en el extranjero acciones y trabajos por el respeto, implantación y desarrollo de los Derechos Humanos (DDHH), así como la denuncia de sus múltiples violaciones.
También participé, en nombre de la APDHE, en congresos y jornadas- como fueron el encuentro celebrado en el Senado de Madrid entre miembros de la Comisión Internacional de Juristas y la Asociación de Abogados Soviéticos en octubre de 1986 y el II Congreso Iberoamericano de Organización de Derechos Humamos, en noviembre de 1988 en Extremadura, para la denuncia de las reiteradas y constantes violaciones de los Derechos Humanos y, por último, en la elaboración de los informes anuales, del capítulo referido a temas relacionados con el derecho al trabajo, bajo el prisma y enfoque de un derecho fundamental de las personas.
A estas actividades -premios, congresos e informes anuales- les dedicaré esta entrada del blog y las próximas, previa una muy sumaria información sobre los orígenes, fines y medios de la APDHE.
Breve historia de los orígenes de la APDHE
La APDHE fue una de las primeras entidades españolas -junto a la también pionera y combativa Asociación de Amigos de la Unesco (1961) y la posterior Amnistía Internacional de España (1977) que se creó de hecho, tras la muerte del dictador en mayo de 1976 -se legalizó formal y legalmente con la presentación de sus Estatutos en el Registro de Asociaciones el 2 de marzo de 1977, fijando su domicilio en la calle Ortega y Gasset, nº 77 de Madrid.
Tiene reconocimiento como una ONG laica, independiente, con personalidad jurídica y sin ánimo de lucro. Su objetivo fundamental era y es, la de divulgar y promover la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos, el de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales y las Convenciones relativas a los Derechos Humanos aprobadas en el marco de la ONU y del Consejo de Europa, con independencia de las diferencias ideológicas.
Está afiliada a la Comisión Internacional de Juristas de Ginebra y a la Federación Internacional de Derechos Humanos, ambas con estatuto consultivo ante Naciones Unidas.
Forma parte de la Red Internacional SOS Torture en el Organización Mundial contra la Tortura. Fue declarada en el Consejo de ministros de marzo de 1983 de “interés público” y distinguida con el premio Mensajeros de la Paz de las Naciones Unidas en el año 1990.
Desde su creación y legalización, el art.º 3º de los Estatutos establecía: “Defender los Derechos Humanos en todas sus vertientes y en todos los lugares, velando por el cumplimiento de los ya proclamados y promoviendo el reconocimiento y garantía de los que todavía no estuvieran reconocidos”. Además de esos fines y objetivos esenciales, tuvo una clara y comprometida proyección latinoamericana, dado que en esos años iniciales existían las dictaduras militares chilena, argentina, paraguaya y brasileña y también una solidaridad activa con los derechos del pueblo palestino.
Además, en el Comité de Honor de la APDHE figuraban celebres personalidades del mundo de la cultura, del derecho y de las artes (Rafael Alberti, Justino Azcarate, Antonio Buero Vallejo, Eduardo Chillida, Fernando Claudín, Cristóbal Halffter, Alberto Iniesta, José L. López Aranguren, Gregorio Peces Barba del Rio, Joaquín Ruiz Jiménez Cortés, Antoni Tapies, Manuel Tuñón de Lara y José Maria Mohedano.
Todos sus miembros, tenían derecho a formar parte del jurado y también poder elegir o proponer a las diversas candidaturas a los premios anuales.
Elecciones a la Junta Directiva de la APDHE
El 13 de abril de 1985 tuvieron lugar las elecciones generales para renovar la Junta Directiva, que hasta esa fecha había sido presidida por el prestigioso y conocido abogado José María Mohedano.
Según publicó Mundo Obrero del 25 de abril de 1985, con el título Nuevas cabezas para el S.P.P. y Derechos Humanos, de los dos mil socios que entonces tenía a APDHE, participaron en esas elecciones unos cuatrocientos -la cifra exacta fue la de 386 participantes- según el cuadro que a continuación se inserta, extraído del suplemento del Boletín Informativo de la Asociación de Derechos Humanos de España, nº 1, año 1, mayo 1985, que empezó a editarse en esa fecha, con carácter mensual, dado que la Revista con temas relativos a los DDHH era trimestral.
Resultó elegida la candidatura encabezada por el entonces fiscal José Antonio Martín Pallín, que, según el cronista de la publicación antes referida, cuyos elegidos representaban una línea de continuidad con la anterior Junta y a su vez, reflejaban el amplio y variado espectro político de los afiliados a la APDHE.
El cuadro con el resultado de la votación, individualizada con el número de votos conseguidos por cada uno de los candidatos y el porcentaje se reproduce a continuación.
En este primer número del boletín Tribuna Informativa de la APDHE, de cuatro páginas tamaño doble folio, además del resultado de las elecciones generales para la directiva, se daba cuenta de la existencia de otras organizaciones territoriales de la APDH en Euzkadi, Zaragoza y Murcia y habían empezado a coordinarse los grupos de Cataluña y País Valenciano para la debida constitución de éstas.
También se informaba que la APDHE iba asistir al juicio de las Juntas Militares Argentinas, del Centro de Información sobre los derechos de la persona y recursos sociales, de la campaña por la reinserción de los exreclusos y de la puesta en funcionamiento de un centro de documentación de la Asociación.
El premio internacional de 1985 al fiscal argentino Julio César Strassera
Los premios “DERECHOS HUMANOS” comenzaron a concederse en el año 1982, según se refleja en la relación que se inserta a continuación y correspondieron en los años inmediatos anteriores a la FEDEFAN (Federación Latinoamericana de familiares detenidos y desaparecidos), al líder uruguayo Líber Seregni, a Nelson Mandela, Jaime Castillo, y el de 1985 al fiscal argentino Julio César Strassera.
Perfil biográfico se Julio César Strassera
Nació en Buenos Aires el 18 de septiembre de 1933 y falleció en la misma ciudad el 27 de febrero del 2015.
Cursó la licenciatura de Derecho, siendo ya mayor de edad, primero ejerció como abogado y luego como secretario de tribunales , durante el famoso juicio a las Juntas Militares, fue designado como fiscal acusador, junto al fiscal Luis Moreno Ocampos durante el gobierno democrático de Raúl Alfonsín, contra los nueve integrantes qué gobernaron Argentina durante el periodo denominado de Reorganización Nacional (1976-1982) , que terminó con la condena de dos de ellos a penas de prisión perpetua y a otros tres de 17, 8 y 3 años de prisión.
Fue el primer proceso en el mundo desde los juicios de Nuremberg, seguido contra comandantes militares por el asesinato y desaparición de miles de personas, realizado por un tribunal penal civil ordinario.
Tuvo lugar entre el 22 de abril y el 14 de agosto de 1985 y la sentencia se dictó el 9 de diciembre de 1985, por la que se condenó a los generales Jorge Rafael Videla y al almirante Eduardo Massera a reclusión perpetua, a Roberto Viola a 17 años de cárcel, a Amando Lambrusdrini y a Orlando Ramón Agosti a 8 y a 4 años de prisión respectivamente.
Estas condenas a los jefes máximos de las Juntas Militares de las fuerzas armadas argentinas constituyeron un gran acontecimiento, no sólo en Argentina, sino en todo el mundo, sobre todo en países donde se produjeron transiciones negociadas, como fueron Uruguay, Chile, Brasil, España, Portugal y Sudáfrica.
El alegato final del fiscal Strassera en el acto del juicio oral, del que extraemos algunos significativos párrafos, debería ser de obligado estudio en las facultades de Derecho y en las escuelas judiciales.
Señores jueces, este proceso ha significado, para quienes hemos tenido el doloroso privilegio de conocerlo íntimamente, una suerte de descenso a zonas tenebrosas del alma humana, donde la miseria, la abyección y el horror registran profundidades difíciles de imaginar antes, y de comprender después.
Dante Alighieri, en la Divina Comedia, reservaba el séptimo círculo del infierno a los violentos, para todos aquellos que hicieran un daño a los demás mediante la fuerza. Y dentro de ese mismo recinto, sumergía en un rio de sangre hirviente y nauseabunda a cierto genero de condenados…
Por todo ello, señor presidente, este juicio y esta condena son importantes y necesarios para la Nación Argentina, que ha sido ofendida por crímenes atroces. Su propia atrocidad torna monstruosa la mera hipótesis de impunidad…
Ahora que el pueblo argentino ha recuperado el gobierno y control de sus instituciones, yo asumo la responsabilidad de declarar en su nombre que el sadismo no es una ideología política ni una estrategia bélica, sino una perversión moral, a partir de este juicio y esta condena, el pueblo argentino recuperará su autoestima, su fe en los valores en base a los cuales se constituye la nación y su imagen internacional severamente dañada por los crímenes de la represión ilegal…
Este proceso no ha sido celebrado contra las fuerzas armadas, sino contra los responsables de su conducción en el periodo 1976 a 1982, no son ellas las que están sentados en el banquillo de los acusados, sino personas concretas y determinadas a las que se les endilgan delitos concretos y determinados. No es el honor militar lo que aquí esté en juego, sino precisamente la comisión de actos reñidos con el honor militar…
Los argentinos hemos tratado de obtener la paz, fundándola en el olvido y fracasamos, ya hemos hablado de pasadas y frustradas amnistías. Hemos tratado de buscar la paz por la vía de la violencia y del exterminio del adversario y fracasamos; me remito al periodo al periodo que acabamos de describir. A partir de este juicio y de la condena que propugno nos cabe la responsabilidad de fundar una paz basada no el olvido, sino en la memoria, no en la violencia, sino en la justicia. Esta es nuestra oportunidad y quizás sea la última…
Terminaba su vibrante alegato…quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece a todo el pueblo argentino. Señores jueces: “Nunca Más”.
Después del juicio, Strassera fue representante argentino ante los organismos internacionales en Ginebra y con motivo de los indultos de esos militares por el presidente Menem, se retiró de la función pública y se dedicó a ejercer la abogacía y a participar activamente en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner decretó dos días de duelo nacional por el fallecimiento del exfiscal del juicio a las Juntas Militares.
El que fue su adjunto y ayudante durante toda la investigación previa y en el juicio, el fiscal Luis Moreno Ocampos, le dedicó una columna en el diario Perfil…
Julio Strassera es un prócer argentino, pero su estatua no va a tener caballo ni sable. El escultor tendrá que representar sus armas: la verdad y la ley. Entre 1983 y 1985 Argentina construyó los cimientos de la democracia y en ese momento clave, Julio Strassera hizo una contribución fundamental, representó a toda una sociedad harta de crímenes y abusos de poder que había votado investigar el pasado y hacer justicia.
Recordaba las palabras que pronunció Julio César Strassera en el primer día del juicio, cuando entraron los seis jueces-magistrados, todos los presentes se pusieron de pie y el presidente Dr. Arslanian dio por abierto el acto y le dio la palabra …
Señores jueces, la comunidad argentina en particular, pero también la conciencia jurídica universal, me han encomendado la augusta misión de presentarme ante ustedes para reclamar justicia. No estoy solo ante esa empresa. Me acompañan en el reclamo de más de nueve mil desaparecidos que han dejado a través de las voces de aquellos que tuvieron la suerte de volver de las sombras, su mudo, pero no por ello, menos elocuente testimonio.
Durante días los excomandantes vivieron su peor pesadilla. Sentados en el banquillo de acusados tuvieron que escuchar los detalles de lo ocurrido a centenares de personas que representaban a sus miles de víctimas.
Los crímenes cometidos por los militares argentinos condenados, treinta mil desaparecidos, 400 niños robados…son considerados como crímenes contra la humanidad.
La exhortación final del “Nunca Más” produjo una ovación y un aplauso cerrado en la Sala de Audiencias que resonó en todo el mundo.
No hay que omitir, ni olvidar que previamente al trabajo que realizó Strassera y su joven equipo de ayudantes, durante la instrucción de la causa y en el transcurso del acto del juicio oral, habría que resaltar las medidas políticas adoptadas por el Presidente Raúl Alfonsín, inmediatamente después de tomar posesión incluyendo la creación de una Comisión Nacional de Desaparecidos (CONADEP) cuya presidencia correspondió al escritor Ernesto Sábato, con el claro objetivo de esclarecer todos los hechos criminales cometidos durante la dictadura militar, instaurada el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983, contra sus opositores políticos.
La convocatoria de los premios del año 1988
Siguiendo las bases publicadas para esta convocatoria al igual que había hecho en años anteriores, me dirigí por carta del 18/11/88 en los términos que a continuación se reproducen a José Antonio Martín Pallín, presidente de la APDHE y propuse para los premios internacional y periodismo del año 1988 a Alexander Dubcek y a los periodistas españoles Melchor Miralles, Ricardo Arques y José Carlos Duque – que entonces escribían en el Diario 16.
Ello produjo una situación insólita y no prevista por mí, en contra de la propuesta del entonces dirigente del partido comunista checo -luego reconvertido en guarda de bosque-, con el resultado de que fue desestimada.
No he conseguido hasta el momento saber, quién fue el designado como premio internacional en ese año, ya que no me consta el nombre de este en los escasos documentos que guardo y tampoco las entrevistas de trabajo, con algunos de los aún supervivientes.
Fin de la primera entrada.
Nota informativa. –En la próxima entrada se relatará el interesante encuentro -sus propuestas y conclusiones – que se celebró en el Palacio del Senado de Madrid a finales de octubre de 1986 entre las delegaciones del Comité Internacional de Juristas y la Asociación de Abogados Soviéticos -aún existía la URSS- con amplia participación de juristas españoles, las conclusiones y recomendaciones, con la lista de todos los asistentes.
Juan José del Águila Torres.
Madrid, a 30 de septiembre del 2022.